Prácticas campesinas en el páramo de Apure. Fundamentos ecológicos económicos y sociales de un sistema de producción andino (Cordillera de Mérida Venezuela)
Resumen
En el Páramo de Apure, cuenca alta de Nuestra Señora, Cordillera de Mérida, se analizan las prácticas agrícolas y socioeconómicas de los campesinos con un enfoque sistémico para lograr
una comprensión más integrada de las relaciones que la sociedad mantiene con su entorno natural e indagar acerca de la estabilidad del ecosistema incluyendo a la sociedad. Por sus características climáticas y demográficas, la cuenca se constituyó en una importante zona triguera insertada en la red de intercambios económicos regionales en el tiempo de la Colonia. Actualmente, se considera como una de las zonas más marginales de
los Andes venezolanos tanto del punto de vista geográfico como econónlico y social. Los habitantes del Páramo de Apure se dedican principalmente al cultivo del trigo y de la papa asociado a una ganadería extensiva que se reparten en pisos diferenciados entre 2500 y 4000 msnm. La descripción de los itinerarios técnicos asociados a cada unidad paisajística y la organización del trabajo en el espacio y en el tiempo permiten evidenciar la lógica del sistema agrícola: se utiliza un espacio máximo de manera de aprovechar la diversidad ecológica del lugar asegurando cierto control de la misma mediante prácticas de rotaciones de tierra y movimientos verticales del ganado y se optimiza el tiempo
de trabajo al repartirlo en forma diferencial y al jerarquizar las prioridades agrícolas en función de factores ambientales, para resolver problemas de mano de obra y favorecer la sociabilidad campesina. En contraste con los especialistas, los campesinos tienen una percepción positiva de sus tierras como espacio de producción pero, como ellos, muestran preocupaciones conservacionistas: mantener la alta pedregosidad natural por ejemplo permitiera controlar la erosión, la humedad y las bajas temperaturas de los suelos cultivados. Por lo
mismo, las nociones de factor limitan te y de rendimiento deben utilizarse en forma adecuada para traducir las estrategias de los campesinos del lugar. Ya que las tierras trigueras se manejan bajo rotaciones bienales y en base a diagnósticos florísticos, se procedió a un censo de vegetación en 33 parcelas representativas de las diferentes fases de los ciclos de cultivo y de regeneración. En las tierras cultivadas, las prácticas agrícolas mantienen una alta riqueza específica que promueve un aporte nutricional diversificado por la descomposición de la fitomasa incorporada al suelo mediante dos arados por ciclo bienal. Aunque las parcelas se suelen sembrar durante más de 50 años, se observa una inversión de dominancia (Rumex acetosella/ trigo) después de 15 años de uso cuando fitoindicadores locales de tierra infértil como Vulpia myurus tienen también altas coberturas. Se reseñan variaciones en la vegetación de parcelas asociados a suelos, pendientes o exposición distintos y en parcelas cultivadas con diferentes prácticas. Las parcelas
abandonadas cumplen papeles importantes (ganadería, recolección) y permiten observar la sucesión ecológica a lo largo de la cual se destacan otros fitoindicadores como Espeletia schultzii. En varios aspectos, el censo de vegetación confirma las bases ecológicas y el interés de las prácticas de los campesinos, en particular para la optimización de los procesos ecológicos en el manejo de la fertilidad de los suelos. La confrontación de los principios locales e institucionales de la conservación de los recursos naturales sugiere que el manejo campesino es compatible con los objetivos modernos de la
conservación y con las actuales regulaciones del Parque Nacional al cual pertenece el área. Se requieren sin embargo mayores conocimientos
relativos a las técnicas agrícolas en zonas andinas marginales. Como las representaciones y las creencias asociadas a las tierras de altura explican ciertas practicas ligadas a la ganadería, el conjunto de las actividades de producción debe también analizarse en el marco económico y socio-cultural al cual pertenece. Los intercambios locales y
en particular las formas de organización colectiva del trabajo confieren un papel central a las actividades trigueras por mantener y renovar la
cohesión social de la comunidad. Las modalidades de los intercambios favorecen una repartición equitativa de los medios de producción, incluso el trabajo asalariado que evidencia sueldos sobre evaluados. Aunque reducidas, las relaciones económicas con el entorno regional cumplen un rol importante en la vida social de los hombres y para desarrollar diferentes tipos de estrategias socio-económicas, lo que desmiente el ideal autárquico habitualmente atribuido a esta sociedad. La poca importancia de la artesanía así como ciertos tabús alimenticios se relacionan con la historia de la "gente del trigo" que desvaloriza su herencia indígena. Aunque la comunidad supo integrar numerosos cambios desde tiempos lejanos -existen actualmente interesantes innovaciones técnicas- dispone también de mecanismos eficientes para mantener cierto equilibrio ecológico y social. Tal equilibrio resulta sin embargo frágil y bastante susceptible a los cambios económicos que afectan al país como lo muestra el estudio de la evolución reciente de la economía doméstica y de la alimentación familiar. Actualmente, una intervención de entidades encargadas del desarrollo y de la conservación pudiera ser provechosa ya que la comunidad está en
búsqueda de alternativas viables (rotación de cultivos con forraje y leguminosas, control de nuevas plagas, conservación de las variedades
locales, materiales de construcción, etc.) Para ello, se subraya el interés de los estudios multi- o pluridisciplinarios teóricos y aplicados que consideren el aporte de los campesinos tanto desde el punto de vista práctico (técnicas locales) como ético (concepción de la naturaleza).