Evaluación de la acidificación inducida por la fertilización uréica en un alfisol de los llanos occidentales venezolanos
Resumen
El uso de fertilizantes nitrogenados comerciales se ha incrementado
durante las últimas décadas y esto ha generado polémica acerca de su
influencia negativa sobre las propiedades del suelo especialmente sobre los
valores del pH y la fertilidad del mismo.
Los procesos asociados a la fertilización nitrogenada y al proceso de
acidificación en general se conoce bien a nivel cualitativo sin embargo, su
intensidad y dinámica son menos conocidos por su dependencia con
microambiente edáfico. La intensidad y el alcance de la acidificación depende
de la cantidad, composición y tipo de fertilizante, condiciones climáticas, tipo
y condiciones del suelo, tipo de cultivo, y modo de trabajar la tierra
El estudio del fenómeno de la acidificación ha sido abordado desde hace
algunos años por diferentes autores, pero durante mucho tiempo el problema se
ha limitado al uso del pH para detectar de una manera cualitativa el peligro de
la toxicidad alumínica y a calcular empíricamente las, dosis de cal para la
corrección de la acidez.
Por otro lado, resultados obtenidos bajo ambientes edáficos diferentes
exigen un marco teórico más general para la evaluación del fenómeno de
acidificación bajo diferentes circunstancias. van Breemen logró constituir una
base teórica integral del problema de uso general. Según van Breemen, el
término "acidificación" se debe utilizar sólo cuando la capacidad de
neutralización de los ácidos del suelo, CNA, ha disminuido de manera
irreversible.
La CNA está relacionada con varias características físico-químicas del
suelo. En la fase líquida, esta corresponde a la composición de la solución del suelo y en la fase sólida corresponde a la composición de los minerales
solubles, los compuestos orgánicos y orgánominerales, las arcillas y los óxidos
anfóteros. Todos estos compuestos contribuyen al complejo de intercambio
catiónico y aniónico cuyo tipo y grado de saturación determina la capacidad del
suelo a resistir el proceso de acidificación.
Los nuevos conceptos (van Breemen, 1983) y métodos (Helyar y Porter,
1989; Poss et al., 1995) para el análisis de la acidificación fueron adaptados a
una serie de datos obtenidos sobre un alfisol areno-arcilloso, levemente ácido,
de las sabanas de los llanos occidentales de Venezuela, el cual había servido de
soporte para un monocultivo de maíz durante los últimos 20 años. Durante los
dos últimos años se realizaron muestreos del suelo sucesivos a diferentes
profundidades (0-10, 10-20 y 20-40 cm) espaciados 30 días aproximadamente
y en diferentes tratamientos de fertilización.
A lo largo de estos muestreos se realizó un seguimiento a las variación
del pH del suelo, elementos hidrosolubles (K+, N03-) y elementos
intercambiables Ca+2, Mg+2, Al+3 y NH4+. Debido a que no ocurren cambios
significativos en las reservas minerales y orgánicas del suelo durante el tiempo
del experimento, el poder buffer y la capacidad de intercambio catiónica se
consideran constantes. De esta manera, los únicos cambios irreversibles en la
CNA del suelo deben ser causados por las variaciones relativas en la
composición de la solución de suelo y los cationes intercambiables.
El sitio de estudio se encuentra en el Jardín Botánico de la Universidad
Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora, UNELLEZ en la ciudad de
Barinas, (régimen de lluvia anual de unos 1700 mm y temperatura media anual
de 26 °C aproximadamente). El suelo es un alfisol tipo Kandic Paleustalf, moderadamente ácido (pH = 5) con una baja capacidad de intercambio y bajo
contenido de materia orgánica (Hetier, 1992).
Bajo cultivo de maíz se organizaron 5 tratamientos: urea, urea+cal, NPK
y NPK+cal y un Testigo donde fue interrumpida la fertilización. Al lado de
estos tratamientos se instalaron 2 tratamientos bajo cultivo de pasto
permanente: Testigo y urea.
El aporte de N fue equivalente a 132 kg N ha-1. El encalamiento se
aplicó solo durante el primer ciclo de cultivo a razón de 1000 kg CaC03 ha-1.
Igualmente, el fósforo y el potasio se aplicaron sólo durante el primer ciclo
como Ca(H2PO4)2 y KCI respectivamente a razón de 100 kg ha-1 de P y K.
Los resultados muestran que en los diferentes tratamientos fertilizados, la
aparición del nitrógeno mineral es bastante rápida y se concentra
principalmente a nivel de la capa superficial a pesar de su gran solubilidad que
le permitiría drenar fácilmente con el agua de la lluvia hacia las capas más
profundas del suelo como es el caso de los nitratos.
Durante el transcurso del primer mes después de la fertilización, este
nitrógeno mineral está básicamente bajo la forma amoniacal sin embargo, a
nivel profundo, la forma nítrica predomina debido pues a que esta forma está
más sujeta a la lixiviación. Por lo tanto, en el caso del suelo bajo cultivo de
maíz la CNA puede disminuir debido a la acumulación de nitratos. Por el
contrario, en el caso del suelo bajo cultivo de pasto, predomina la forma
amoniacal, por lo tanto la CNA se ve incrementada debido a la acumulación de
amonio.
El contenido de nitratos es siempre mayor durante el segundo ciclo de
cultivo, donde el suelo ha tenido la oportunidad de secarse después de un
período inicial de lluvia. Este resultado confirma que la distribución de las lluvias juega un papel importante en la actividad nitrificadora (Lensi et al,
1992) y la actividad acidificante. De hecho, la lixiviación y la acidificación son
menores durante el segundo ciclo. En base a estos resultados se puede estimar
que el efecto acidificante del aporte de urea es pequeño, entre 0 y 1 kmol ha-1.
Para que la nitrificación de la urea pueda causar un efecto acidificante
mayor, la velocidad de lixiviación de estos nitratos debe superar a la velocidad
de absorción de los mismos por las plantas, lo que no es el caso del suelo de
Barinas. Por lo tanto el efecto acidificante directamente ligado al ciclo del
nitrógeno tiene que ser muy limitado también a la escala de tiempo de dos
ciclos de cultivo.
En el caso del maíz, existe un comportamiento bien diferenciado en la
evolución del pH de los diferentes tratamientos, en relación con la profundidad
siendo afectados principalmente los 10 primeros cm. De todos estos
tratamientos, la urea produce un mayor descenso del pH.
En el caso del suelo bajo cultivo de pasto, el suelo presenta valores de
pH superiores que en el suelo bajo maíz y por lo tanto, aunque la dosis de urea
es la misma, la influencia sobre los valores del pH es menor.
La traducción de estos valores de pH a cantidades de protones aportados
o sustraídos del compartimiento protónico, resulta en cifras que son demasiado
pequeñas y difíciles de interpretar a la luz del poder tampón del suelo, por lo
tanto sus variaciones no pueden traducir la amplitud de la acidificación. La
relación entre los protones solubles e intercambiables pone de manifiesto que la
movilidad de estos en el suelo está afectada por un factor climático.
La consecuencia práctica de esto es que el pH del suelo, medido en agua
o en un electrolito, no conduce a una evaluación cuantitativa del nivel de
acidificación del suelo sin embargo, expresado bajo la forma de protones libres e intercambiables pueden servir al seguimiento de los efectos combinados del clima y la fertilización con urea.
Las concentraciones de aluminio siempre son menores en superficie pero
se incrementan con la profundidad a pesar de la poca variación del pH. Bajo
cultivo de maíz, la urea induce a un decrecimiento del pH conjuntamente con
un incremento en las cantidades de aluminio cuando se utiliza sola, mientras
que al aportarla conjuntamente con superfosfato y KCl sólo induce a un
decrecimiento del pH.
Las valoraciones de aluminio en la solución de suelo y en el extracto de
KCl M conducen a reconsiderar los límites de la toxicidad alumínica en
relación a los métodos de extracción y de medición. A pesar de que el aluminio
en KCl M y determinado por ICP puede alcanzar 2 cmolc kg- 1 y 70 % de la
capacidad de intercambio catiónica, la especiación del mismo revela que la
concentración del mismo en la solución del suelo está por debajo del límite
inferior de toxicidad.
Por lo tanto, a pesar de que el aluminio (y el pH) es un indicador
sensible, no puede ser utilizado para la evaluación de la CNA a causa de la
incertidumbre sobre su forma química en el extracto de KCl M y por no estar
completamente elucidadas las relaciones entre sus cambios de estado y el poder
buffer.
Las cantidades de calcio y magnesio intercambiables son el mejor
revelador del orden de magnitud del proceso de acidificación y de la CNA sin
embargo, esta estimación sería notablemente mejorada si se dispone de los
valores del potasio intercambiable los cuales no son despreciables. En el suelo estudiado, las cantidades de los elementos intercambiables se
incrementa, tal como lo muestra el suelo Testigo sin embargo, este incremento
es mucho más pequeño en presencia de urea.
En resumen, las valoraciones del pH, poder buffer, y elementos
hidrosolubles e intercambiables, permitieron lograr una evaluación simplificada
de la acidificación. De esta manera se puso en evidencia un aumento de la
CNA en el tratamiento Testigo bajo maíz y una pequeña disminución de la
misma en el tratamiento fertilizado con urea.