¡No sé cómo llegué al cáncer, pero, si sé cómo salí!
Resumen
Ese gran enemigo, responsable de un elevado porcentaje de muertes dentro de la población venezolana y mundial, me ha dejado experiencias que se encuentran sembradas en lo más íntimo de mi corazón. Me enseñó el valor de crear amistades a lo largo de los años, de compartir con ellos en momentos de salud y de bonanza, de celebrar sus triunfos y logros, de acompañarlos en circunstancias difíciles, de no olvidarlos a pesar del tiempo y la distancia; el valor de completar esa amistad, incluyendo a las nuevas generaciones de la familia, de mantener esa amistad a pesar de diferencias políticas, sociales religiosas o de otras causas que pudiéramos haber tenido. El resultado es verlos saltar y salir en nuestra ayuda cuando me encontraba en grandes dificultades. Su apoyo económico por muchos de ellos, por teléfono, por las redes, en sus oraciones, en las misas que ordenaron, en los mensajes telefónicos y de texto, todo me obliga a señalar que soy un hombre feliz que tiene un montón (millón) de verdaderos amigos.
Me enseñó que en nuestra ciudad y en el país existe un numeroso grupo de profesionales médicos y de otras ramas de la salud, con amplísimos conocimientos de su profesión que no tienen nada que envidiarles a los mejores del país, pero que además son poseedores de un apostolado en beneficio de sus pacientes. Pero sobre todas las cosas hay que tener fe, que marcó la ruta a todos mis médicos y demás amigos para que me ayudarán a recuperar mi salud, obligándome siempre a pensar en positivo y nunca dejarme desfallecer.